jueves, 25 de octubre de 2007

Un tango-ranchera


Cuando dos flacos se subieron al escenario a entonar una de Drexler, Brei, pensé en vos...que te hubiese encantado estar ahí. Y cuando otra piba entonó un tango-ranchera de su cosecha, quedé eclipsada...nunca había pensado en ese mestizaje musical, una tonada melancólica y despechada con finales dulzones a lo Julieta Venegas.

Dicen que cuando se institucionaliza algo que pudo haber sido espontáneo, pierde un poco. En parte es cierto, pero en parte, lo enigmático sale solo y se trepa por los aires.

Ayer fui a uno de los encuentros del grupo de Cantautores "Ojalá": una especie de café concert en la barra del bar del Auditorio de Barañain, pero en un clima de amistad compinche. Está abierto al público y es cada quince días. Uno se sienta en cualquier lugar, si pide algo para tomar o no, y se pone a escuchar a los chicos y chicas que se van turnando para agarrar la guitarra o el piano. Muchos cantan canciones propias y otros, sobre todo cuando improvisan, cantan alguna muy conocida de Silvio, Aute, Drexler o quien fuera. De nuevo, Pamplona descubierta (nunca imaginé que alguien podría poner a esta ciudad en una canción). Los cantautores cuando no cantan, se saludan entre si y venden a diez euros los cd que sacaron recientemente...No me costó imaginarte, Santi, metido entre esas mesas.

Me dejó una sensación de casa, me hizo acordar a las tantas noches prendidas de la guitarra de Magda, de Brei, de Lali...pensé en las peñas, las de arrabal, las de Viento Suelto, pensé en ese grupo de actores colombianos que conocimos una noche cerrada en Tilcara, después de su obra de Maeterlinck reproducida con bajo presupuesto, con los que hablamos hasta las tantas con café en mano y la cadencia de su voz.

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