sábado, 1 de marzo de 2008

La hamaca

Desde que vivimos juntos, algo sorprende a Pecé: en nuestro aparato de música, siempre da vueltas uno de mis discos más entrañables, el Todo Sabina que me regaló Hugo la semana antes de venirme a España, con dedicatoria en marcador indeleble. Tiene tanto valor afectivo y tanta poesía dentro, que lo tengo de colchón de ideas. Y Pecé trata de atrapar el misterio… que Sabina es poesía y que ese cedé tiene casi 12 álbumes dentro…y que cada día encuentro un estado de ánimo para encajarlo con su música.

Es la música de la limpieza, y sí, es la música del sábado por la mañana mientras leo el diario, y me preparo unos mates. Son esos momentos liberadores: ducha bien caliente, sesión de cremas, Sabina a todo volumen. Así también me gané los porrazos de la pared de mi vecina de al lado (la medianera es de celofán) y la fama de neohippie por nuestra comunidad de amigos, aunque la compartimos Pecé y yo y los Echavawatson desde hace años. Háganse una idea del contexto. Bien. Y Mikel que decía el otro día: ¿por qué ser burgués es algo negativo? Las teorías liberal-conservadoras de mis amigos nos envuelven en conversaciones insólitas. Ahí es cuando soy feliz de ser latinoamericana y saber que las opciones políticas no tienen que llevarte a los polos del pensamiento (¡que no caiga Tenochtitlan!).

Hay días que nuestro hippismo me da alas: como en esa tasca rasposa del casco antiguo, cenando con la gente de teatro. Y otros días, se desmaya frente a la verdad: como en el piso de la italiana-decoradora, la tarde del domingo pasado, donde supe, aunque ya lo asumía, que tener gusto y ser pobre duele bastante.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Era 1988 y no necesitabas preocuparte por la derecha y la izquierda. Mi brazo estaba detrás tuyo para sostenerte en caso que fuese necesario.