miércoles, 10 de diciembre de 2008

Humedad

www.diariodenavarra.es

Miro los montes, a lo lejos, con las cimas y laderas nevadas y pienso que no es muy real (¿no suena raro lo de montes, nevados y laderas? Sí, todavía sí.)
Entre mis cosas, encuentro esto que escribí en otro invierno, el segundo del año, una estación de humedad:


En esto días como platos de tomate con sal y tengo el pelo electrizado por la humedad. La atmósfera es fresca y acuosa. La melena se separa en miles de alambrecitos a un centímetro del resto de la cabeza abultada y redonda. Efecto frizz, dice Sedal.


Bajo por la avenida y pienso: con humedad es más fácil dormir en la calle que con frío. Las frazadas, igual, no paran esa bala de hielo que cala hasta los huesos y más allá.

Llego a la esquina y ellos, los que duermen, siempre estarán aquí. Nos seguirán con sus miradas y sus necesidades y serán parte de nuestra vida. Nos sentaremos todos en los mismos asientos, respiraremos el mismo aire cargado de vapor, nos preocuparán, al final, las mismas cosas.

- Me quedo en el barrio porque siento que algo hago por ellos
, me dijo Ce en un suspiro de aceptación.


Una dejada señora, de chupines obligados por la gordura y remera deshilachada, cabeceaba de sueño frente a nosotras, mientras el colectivo chillaba con su embrague ronco.

Toda la pena del mundo en pedazos y en un segundo.

- Sí…





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