Tres situaciones, difíciles de evitar, que vivimos los bloggeros alguna vez: 1ª: empezar a contar una anéctoda divertida que te aconteció en el día -y que inspiró, por fin, una entrada- y que te miren diciendo -con esa mirada única de los amigos que te quieren-: si, si...ya lo escribiste..., a la vez que emiten un ja, ja, para no dejarte como un oso ominoso; 2ª: ¿cómo, estuviste en Huinca Renancó y no me enteré? o no, perdoná, pero no lo dije así, a quienes tenemos que recordarles, más de una vez, pacto ficcional, pacto ficcional; 3ª. hablar con ironía de un desconocido, conocerlo unos años después y que lea tu entrada donde lo dejabas de pena. Todas todas, en carne propia.
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