martes, 21 de julio de 2009

Óptica wichí

Mi amiga L. vivió varias temporadas en la comunidad wichí-chané del noreste de Salta. De sus excursiones, siempre traía una carga de anécdotas antropológicas que contaba a toda velocidad, con su típico humor y su lenguaje salado y variadísimo.

La semana pasada, L. cruzó la península y vino a pasar unos días en casa. A propósito de una charla sobre guarderías, sacó a colación otra de sus cuentos, con el que dejó fuera de lugar esas nuevas teorías que dicen que, para fortalecer el vinculo madre-hijo a toda costa, durante los primeros años de vida es imprescindible que el bebé no sea cuidado -o casi que ni alzado- por una persona ajena al entorno familiar.

L. me contó que, cada vez que iban a visitar las casas de la reducción, se encontraban con grupitos de dos o tres chiquitines a los que trataban automáticamente como a hermanitos. Los mini wichís se reían y les decían: "no, él no es mi hermano, es mi vecino. Su mamá está en el campo..." De esta manera, sentenció mi amiga con mucho sentido común, la guardería tiene un fundamento ancestral: entre los wichís, todos miran y cuidan a los hijos de todos. Es algo que está instaurado.

Esta fundamentación tribal de la guardería me convenció bastante, aunque el no-me-queda-otra fue más que suficiente para mí desde el principio. Sin embargo, la anécdota me recordó otro cuento: cuando alguien regala algo a un wichí, éste mira el objeto ofrecido y lo tira inmediatamente al suelo de tierra de su choza. Para ellos, este gesto es un signo de agradecimiento sincero. Lo hacen como forma de desprendimiento, de entregar los dones a la Pachamama, y por que, la verdad, tampoco tienen muebles.

La tarde en la que me contó esto, L. y yo nos la pasamos recibiendo y tirando cosas al suelo, al estilo wichí. Entonces, además de divertirnos como tontas, entendimos que es muy difícil que un extranjero comprenda y asuma a fondo una costumbre de tierra ajena.

Esta reflexión salta hoy, por ejemplo, por lo del toro de fuego, como podría ser por otras tantas cosas. Como me dijo hace poco M., ese sí que es el entretenimiento infantil más peligroso del mundo.

3 comentarios:

Pecé dijo...

¿Lo de tirar las cosas al suelo no era porque los wichís no tienen mesas? ¡Qué Pacha mama ni pacha mama! ¿acaso lo van a depositar en el armario o la heladera, elementos que tampoco tienen?

Mae Ortiz dijo...

Exacto! No tienen muebles, es su manera de guardarlo y tiene esa carga simbólica ya comentada...pero igual sigue siendo "raro" para uno que tiren las cosas sin más...

Ale's mom dijo...

me pregunto si esos wichís también se intercambian virus, bacterias, infecciones y pare-usted-de-contar...