Soy la hija de su madurez: me gusta verlo así.
Mi padre llegaba casi a los cincuenta años cuando vi la luz, y pensar en su vitalidad durante mi infancia, me apabulla; siempre pareció muy joven. Hizo todo lo que quiso hasta los cuarenta y tantos. Después, la vida le cambió de un saque excepcional: mamá, siete hijos, una historia más monótona, si se quiere, pero para él, mucho más fascinante. Un hombre de odios contundentes (el carnaval carioca, Juan Domingo, Ernesto Guevara de la Serna) y de amores inquebrantables: nosotros (y ahora, los nietos), Patagonia, la moto.
Amaba viajar con la mochila al hombro, y esto fue algo que me transmitió directamente por la sangre. Su vida, parte de la historia nacional; su afición, el cuenteo y el chiste blanco. Aunque ahora le pesen los años, y sus hijos le tengamos poca paciencia, siempre tuvo un optimismo tranquilo y razonador; un punto de vista delicado para protegernos. Frente a las múltiples crisis sociales y políticas que cayeron sobre nuestras niñeces como lluvias de plomo, fue un acorazado de ánimo.
Mi padre llegaba casi a los cincuenta años cuando vi la luz, y pensar en su vitalidad durante mi infancia, me apabulla; siempre pareció muy joven. Hizo todo lo que quiso hasta los cuarenta y tantos. Después, la vida le cambió de un saque excepcional: mamá, siete hijos, una historia más monótona, si se quiere, pero para él, mucho más fascinante. Un hombre de odios contundentes (el carnaval carioca, Juan Domingo, Ernesto Guevara de la Serna) y de amores inquebrantables: nosotros (y ahora, los nietos), Patagonia, la moto.
Amaba viajar con la mochila al hombro, y esto fue algo que me transmitió directamente por la sangre. Su vida, parte de la historia nacional; su afición, el cuenteo y el chiste blanco. Aunque ahora le pesen los años, y sus hijos le tengamos poca paciencia, siempre tuvo un optimismo tranquilo y razonador; un punto de vista delicado para protegernos. Frente a las múltiples crisis sociales y políticas que cayeron sobre nuestras niñeces como lluvias de plomo, fue un acorazado de ánimo.
El sábado sólo crucé cuatro palabras con él, sabias y sencillas: en cuarenta y ocho horas hablamos; entonces, vas a entender lo que te pasó.
4 comentarios:
Creo que no hay que mejor descripcion del viejo como el titulo del post..Un hippie de derecha.
Aunque personalmente nunca me cansan las mismas historias y chistes de siempre.
Sera que estar lejos lleva a uno a escucharlos menos veces y a extraniarlas muchas mas.
Y si hay algo que tambien me contagio fue el amor a la Patagonia y sobre todo la fotografia.
Nota: el aludido envió correo para corregir: "Esribiste mamá. Debe ser Mamá (es una mina con mayúsculas)".
Mi vida. Mae, no podría haber repasado mejor parte de la visión que yo tengo de mi papá. Acertado, emocionante, precioso. Besos!
Gracias Juli y FLora!
Juli: creo que la distancia ayuda mucho para darle el relieve a todo.
Flora: tu viejo, como el mío y tantos otros...
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