miércoles, 14 de febrero de 2007

Lourdes, sur de Francia

La entrada al santuario

La Virgen y la grutaLa multitud y el río


Las tres en la explanada de la iglesia


Puchu en la gruta


Con la Basílica de fondo, frente al río

La escapa de Anita, Puchu y yo a Lourdes fue una aventura: nuestra ida obligada-no habia forma de llegar desde Pamplona el mismo domingo- a San Sebastián la tarde del sábado (una ciudad divina de la Puchu se enamoró), nuestra noche en la habitacion 1 del Hostal Ondarreta, donde eramos sólo 3 en un cuarto de 18 personas, nuestros cafecitos a la vera de un camino de montaña rodeadas de eclécticas babosas, el "casi" perdido bondi a Lourdes (hasta que apareció un angel en forma de abuelita-trakking-dominguera que nos indicó dónde tomarnos un taxi a la estación)..y Lourdes en sí, ciudad que creció a la vera de un río sólo gracias a la Virgen.
Se vive un lindo contraste en esta ciudad: por un lado, los negocios de estampitas y fetiches (los Palais du Rosaire...con carteles de neon, luminosidades y promociones: la Biblia y el calefón) y los hoteles (la mayor capacidad hotelera de Francia, después de París) y adentro, en el Santuario, un aire super espiritual, una iglesia grande, una gruta sencilla y mucha gente buscando agua que los cure y respuestas. Con las chicas pudimos charlar mucho, confesarnos, compartir. Lo más fuerte fue que se entrelazaban perfectamente nuestra oración interior y nuestras charlas...era un lugar para solamente "estar" y "ser". Se pasó volando el tiempo. Ya cuando queríamos saborear más, nos tuvimos que ir. El paisaje de alrededor es divino: montañas y bosques y el río, como un fiel testigo de muchos años y milagros.

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