viernes, 20 de abril de 2007

Dresden, vieja Alemania

28-3

Esta mañana vimos amanecer al sol rojo, redondo y enorme sobre el río Ultava mientras lo cruzábamos en el bus de Euroline que venía desde Rumania y que iba hacia Dinamarca. En dos horas llegamos a Dresden. El cambio del paisaje y las instalaciones de un país a otro es enorme. Me encantó ver las caras de los chicos, la mayoría, que viajaban ahí. Había gente de todos lados, incluso, unos chilenos.

Hicimos tiempo en el bar de la estación de trenes (que es como una granja pulcra). Después de instalarnos en el hotel, nos fuimos al Neustadt, el barrio nuevo, donde era la inauguración del congreso. Nacho también se inscribió y ahí, en medio de una conferencia, la vi entrar a la directora de mi carrera de Buenos Aires. Nos quedamos charlando un rato largo al día siguiente.

29-3

Empezó el congreso. El ambiente de mi sección me encantó. No sólo por el tema sino también por el nivel de las discusiones y la calidad humana de la gente. Las charlas eran en español y el alemán se hablaba, pero solo en momentos “informales”. Ese día no hablé con nadie. Debo ser la única de mi edad en esa sección, todos tienen pinta de ya doctores. Me sorprendió el orden proverbial de los alemanes: en el comedor, por ejemplo, hay que ver el menú en unas pantallas del hall de entrada y según lo que vas a comer, subis por una u otra escalera a buscar tu bandeja. La taza se paga, a parte del café, y después la devolvés a la cocina y te devuelven el euro que salió. Es para que no te la robes y así se aseguran.

30-3

Hoy fue el día de mi charla. No estaba nerviosa pero me sentía un poco hormiguil.

Hoy sí que charlé y conocí más gente: Katja, una chilena exiliada desde pequeña con su familia en la época de Pinochet, Gesine, una alemana de pura cepa. Con ellas charlamos Nacho y yo durante el almuerzo y con dos chicos mas también, Karen y Christofer. Nos encantó conocer un poco la vida de humanistas en Alemania y ver que todavía sigue re fuerte en la sociedad la división este-oeste. Gesine me pareció divina: una chica muy transparente e interesante. Había vivido en Colombia, como experiencia, y eso le daba como mas idea de nuestro contexto.

Lo que más me gustó de mi grupo fue la buena onda, la sonrisa, la humildad de la gente. Todos te escuchaban como muy interesados. Hasta la gente más grande hacía preguntas como si no supieran nada.

Esa noche queríamos festejar nuestro aniversario, pero salimos y ya a las 8 PM estaba todo cerrado, bares, restaurantes y negocios. Nos quedamos helados con la poca vida social de una ciudad universitaria un viernes a la noche y en vacaciones de trimestre!

Dresden es para Nacho francamente fea. Para mi tiene su encanto. Fue totalmente incendiada y bombardeada durante la segunda guerra mundial y por eso está toda reconstruida.

Sábado 31-3

Es el último día del congreso. Las charlas estuvieron muy bien. Yo participé más porque se habló mucho de temas argentinos. En la pausa, me quedé hablando con Marta G., una cubana que vive en Munich (habia vivido primero en Cuba, Polonia y España) y otro compañero suyo, español, Javier, un señor mayor pero muy jovial. Marta me invitó cuando quisiera a su casa de Munich y a la universidad. Los tres coincidimos mucho en varios temas. Nos pasamos los mails y me quedé muy contenta de haber charlado con ellos.

A la tarde hubo visita guiada por lo que queda de antiguo de la ciudad.

Una de las cosas más feas de Alemania es el café. Lo probamos en varios lugares y lo certificamos con un local. Otra curiosidad culinaria son los tubos de comida: caviar, pescado y todo tipo de alimentos en pomos como de dentífrico.

1-4

Amaneció un día primaveral. Salimos a desayunar y a tomar sol y a seguir conociendo la ciudad. Fuimos a misa de domingo de Ramos en polaco (lo que había) y pasemos por el Elba. Toda la ciudad está adornada de gallos, huevos y gallinas de colores…es decir, por la Pascua. No me imaginaba que era así por estos pagos.

A la tarde nos tomamos el bus de vuelta a Praga (desde ahí teníamos el vuelo) y pasamos por un camino donde las prostitutas bailaban en las vidrieras de los bulos saludando a los transeúntes. Amsterdam un poroto. Nuestro chofer parecía conocer a todas y las iba saludando a bocinazos.

Llegamos a Praga y pasamos la noche con 8 trotamundos más en un hostel. Hay toda una cultura hostel que me copa: la buena onda, los juegos de cartas en cualquier idioma… Quedamos que la próxima hacemos un viaje más de mochileros y parar en alguno de estos. Nos enamoramos de Praga. Sabemos que vamos a volver.

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