Vieja y feliz, gracias

Ayer hubo merienda con amigas en casa (ya no más "té") y se produjo una cierta conmoción cuando tocó la parte del cantito del felizcumpleaños...Voces de todos los países del continente americano se alzaron al unísono cantando casi cinco versiones distintas de la misma canción! La conclusión es que me quedé con la vela en la mano (si, no sé porqué) y terminé de cantarla yo sola, según mi estilo, al comprobar que la desazón multicultural reinaba en el ambiente. Así empecé mi cumpleaños, con víspera, como fiesta grande.

Hoy amanecí feliz de la vida, un poco más y saltando, y con ese ímpetu legionario salí a la calle con -4 grados de temperatura helando Pamplona (sí, menos cuatro!), pasé a buscar las "pastitas" de rigor (costumbre regional: cada quien en su cumple compra una suerte de masas secas en la panadería para compartir en la uni), me interné en la universidad en la que no hago más que festejar este día a troche y moche. Así seguiré, sin escrúpulos. Habrá otros cafés con amigos, cena con mi chico y corte de pelo (ya pertenezco al gremio de las viejas, las que se van a la peluqueria el dia de su cumple, si).

Tengo un puñado suculento de reflexiones que han venido con la edad, desde hace una semana. No sé si es plan contarlas todas acá, pero van a ir saliendo a cuentagotas y con digestivos, para soportarlas.