jueves, 10 de enero de 2008

Quelónido

Conozco esas patitas, las seis. La tortuga de casa sigue viva, pero ya es otra generación la que la atormenta. Ése, el balcón de Lafuente. Ése, el sol calcinante y blanco que hace tiempo no me quema. Estoy sentada al borde del ventanal.

2 comentarios:

GardelEsNuestro dijo...

¿Sobrevivirá la tortuga Ortiz a nuestros años de tesis? Difícil.

Raymunde dijo...

¡Qué tierno, ché! Y qué memoria: ¿todavía recuerdas las dos patitas blancas a punto de encaramarse al lomo de lo tortuga? Eres todo un fenómeno...