lunes, 4 de febrero de 2008

Lleváme a tu casa


Hay silencios en los que pasan ángeles. Silvio tiene una canción que habla de esto, una que vengo escuchando en círculo, ángel para un final. Pero hay silencios también que se llenan de frases. Hoy me acordé de ésta, la de aquel recital legendario de Ismael Serrano en la calle Corrientes, en 2004.
En un movimiento de su guitarra, un silencio de respiro, una voz femenina quebró el ambiente con tonada de Lanús Este:

¡Lleváme a tu casa!,

le gritó ahogada en euforia.

Se escuchó perfecto, claro, contundente, aunque la chica estaba sentada en el gallinero del gallinero, un teatro colmado con casi 4000 personas, y su grito quebró todos los espacios.

No pasó un ángel, sólo ese deseo de fan atrapado en sus cuerdas vocales.

Hoy no va a poder ser, contestó Serrano

como un chaval de Vallecas frente a su compañera de cuadrilla borracha.

Ángel que pasa, trepa y abraza,
Ángel para un final.

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