martes, 28 de octubre de 2008

No se acaba nunca


Desde que hago escapadas por este continente, pienso en la manera que tiene cada mortal de "hacer turismo". Pecé y yo hemos llegado a la feliz conclusión de que uno debería vivir un tiempo en cada ciudad, en cada región, para hacer verdadero turismo. No vale con patearse las calles, visitar museos y fotografiar puntos tópicos (¡sálvennos!), sino meterse en su vida, por ejemplo, conocer sus bellezas y sus "Liniers", porque todas esas facetas completan la verdadera cara del lugar visitado.

Llegamos a París, después de dormir en el camarote de un tren nocturno -experiencia europea sin rival- y nos recibió C. con un abrazo que colgó de nuestras espaldas. Eran las siete de la mañana en la Gare Austerliz (y Sabina cantándolo todo el rato en mi oído) y había mucho olor a crossaint recién hecho...nuestra breve vida parisina comenzaba, unida a la de nuestra amiga, con las combinaciones de subte para llegar a la línea 4 y alcanzar el 12ºarrondissement en donde vivimos como vecinos. Ahí, subimos la escalera de la Rue des Pirynées -de resquebrajada madera-, y nos asomamos a todos esos patios internos llenos de vidas y de gatos. Desde entonces, no paramos de acusar de imitadora a nuestra Bs.As.

Además de abusar de caminatas y de contemplar arte intemporal, nos pasamos el fin de semana en un recorrido cuyo verdadero epicentro fue el Cartier Latin y las miles de librerías desparramadas en su interior. Libros, cafés, calles; mirar hacia lo alto y por dentro un centenar de iglesias: en esto consistió nuestro encuentro con ella.

Persiguiendo los tópicos, me llevé como lectura de viaje el libro de Vila-Matas y su experiencia juvenil en París, y me sentí más cerca que nunca de Hemingway, Margarite Duras, Cortázar y los miles de exilados literarios. No sentí alegría sino pena por la bohemia sesentosa, pero no dejé de entender por qué gente como Kristeva, Barthes y Sartre surgieron allí como hongos...¿cómo no querer ser diferentes y originales en ese lugar?

Vila-Matas y su ficción-autobiográfica me decepcionó, pero le dio intensidad a esas calles como si fueran el escenario siempre abierto de argumentos, novelas y poesías malditas. Y, del otro lado del río, la exuberancia de siglos monárquicos, la exageración del lujo, la monumentalidad. Lo tiene todo. Todo está ahí. No dejé de entenderlos....a Rubén Darío, al desdichado Quiroga, a los del 80...a nuestro Echeverría: gauchos de corbata amaricana que habrán sido asaltado por el horror y el esplendor de la gloria en esa megalómana ciudad. Buena parte de la literatura occidental del xix y del xx se entienden de verdad ahí.

No faltó el brindis con mate (en honor a Oliviera y su yerba medicinal) junto con C. y su parisienne amigo, y los múltiples gestos rituales de una ciudad desbordante.

Intentamos abarcarla, pero no fue posible. "París no se acaba nunca".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Euge,

Totalmente de acuerdo con vos con el tema de hacer turismo en una ciudad por, como minimo, un mes.

El otro dia, cuando fui al aeropuerto a buscar a Franch, me puse a pensar en lo lindo que seria poder viajar y conocer todas las ciudades posibles, quedandome, como minimo, una semana en cada ciudad...

Quien pudiera