Hoy se me hace imposible esta distancia de 11mil kilómetros de mar. Mi hermana, mi amiga de sangre, se casa y nosotros no podemos estar con ella. La cercanía se hace posible en llamados y fotos, pero no nos teletransporta, por ahora, al corazón de la fiesta. No la de la juerga, sino la más profunda y verdadera... la fiesta de compartir este momento, de estar ahí, de ser testigos de esa nueva realidad que hoy empiezan a formar: a partir de hoy, serán uno.
Este mediodía está soledado y luminoso. Pienso que el cielo de Bs. As. estará así y, tal vez, más radiante. Hará calor, habrá habido carreras en casa para llegar a tiempo, discusiones por el secador de pelo o por la media rajada o esa competencia de ocupar por más tiempo el baño. Claro, ahora se verá en cada casa, porque en la nuestra somos menos. Pero esa previa se disfrutaba cuando éramos muchos (aunque también nos hacía cabrear).
La sensación de familia dentro de la iglesia, la cercanía con todos los invitados -aunque no nos conocieran-, los comentarios y los imprevistos.
Me duele no estar. Nunca imaginé que no compartiría con ellos este 15 de noviembre.
Sólo ella sabe lo me que cuesta.
*la foto, la del civil del jueves.
2 comentarios:
Que buena descripcion....y siento exactamente lo mismo...
Y elegiste justo la foto que yo hubiera elegido..es impresionante la cantidad de arroz...
Hoy Bea y yo nos vamos a comer a algun lindo lugar para conmemorar. Es lo que se puede cuando se esta a la distancia...
Felicidades a ti hermana, Euge.
Publicar un comentario