Después de unos años afuera, una entiende que no sólo se ganan nuevos amigos, sino que también se heredan. Hoy, exactamente hace un año, una amiga se fue y me dejó otra como herencia. Caminando, conoció mi casa y yo la suya. Me paré en el umbral de la puerta y me descalcé para pisar ese suelo nuevo y retobado.
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