Después de una semana intensa, sólo sé que quiero una cosa en la vida profesional: tener cualquier defecto, menos el de ser chanta. Y en esta palabra encierro la soberbia, la vanidad, la mediocridad (pocas pretensiones las mías, eh).
Me lo juego todo al decir esto, lo sé, porque el chamuyo, el fruteo y el guitarreo se me dan bien, aunque hace tiempo decidí desplazar estas habilidades innatas. El punto de inflexión fue aquella cena en la que mi hermano me dijo -medio en serio, medio en broma-: ay, aunque tengas todos los títulos del mundo, nunca te voy a creer cuando digas algo muy segura. Fue un golpazo frontal al chasis, maltrecho ya desde las mesas familiares, cuando me tiraban imaginarias manzanas, bananas y peras, al coro de sendingfruit, imitando el sonido de una bazuca cargándose (no frutees más).
Esa noche de dura revelación, me di cuenta de lo de la fama y echarse a dormir, y confirmé mi inclinación evidente al cuentear y a la ficción. Ya ahora, con la más-durez y buenos ejemplos de prudencia a mi alrededor, comprendí que el camino de la labia tenía un efecto definitivo en las mesas de exámenes orales de la carrera, pero sirve de poco en la expresión escrita. Acá se ve todo: el revés de la trama, lo que me queda colgado de alfileres, la ropa mojada y marcada por los broches, secándose al sol.
foto, de aquí.
Me lo juego todo al decir esto, lo sé, porque el chamuyo, el fruteo y el guitarreo se me dan bien, aunque hace tiempo decidí desplazar estas habilidades innatas. El punto de inflexión fue aquella cena en la que mi hermano me dijo -medio en serio, medio en broma-: ay, aunque tengas todos los títulos del mundo, nunca te voy a creer cuando digas algo muy segura. Fue un golpazo frontal al chasis, maltrecho ya desde las mesas familiares, cuando me tiraban imaginarias manzanas, bananas y peras, al coro de sendingfruit, imitando el sonido de una bazuca cargándose (no frutees más).
Esa noche de dura revelación, me di cuenta de lo de la fama y echarse a dormir, y confirmé mi inclinación evidente al cuentear y a la ficción. Ya ahora, con la más-durez y buenos ejemplos de prudencia a mi alrededor, comprendí que el camino de la labia tenía un efecto definitivo en las mesas de exámenes orales de la carrera, pero sirve de poco en la expresión escrita. Acá se ve todo: el revés de la trama, lo que me queda colgado de alfileres, la ropa mojada y marcada por los broches, secándose al sol.
foto, de aquí.
4 comentarios:
Como hermano, te quiero comentar que no sos la unica que sufre de los mismo.
La diferencia es que yo en la mesa familiar no mandaba tanta fruta, pero si entre amigos, compañeros de trabajo y hasta esposa.
Pero creo que muchas veces uno manda fruta porque usa la logica. Podes no saberlo, pero si A+B=C,por lo tanto, A-C=B,
Es decir, puedo estar mandando fruta, pero casi seguro que algo de razon o logica puedo llegar a tener.
Es lindo mandar fruta, pero ultimamente estoy aclarando que estoy mandando fruta (o a veces digo que "supongo") para que no me pase lo que vos temes, que cuando digas algo piensen que todo lo que digas es puro chamuyo.
Estoy de acuerdo con Julián: no sos la única que sufre de lo mismo.
Tomo prestada la expresión "mandar fruta" para entender lo que yo también hago.
Saludos!
Sí, sé que es algo compartido. Gracias por el apoyo moral, ja.
es verdad o estás manadando fruta? (es que es parecés muy segura...)
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