Me indigna

El pequeño Buda volvió el jueves con dos lunitas rojas, formando un círculo imaginario, impresas en su moflete. Al principio pensé que eran los mosquitos, y me despreocupé por eso, hasta que fuimos a llevarlo el viernes a la guardería y la maestra, entre compungida y graciosa, nos dijo lo que había pasado.

Uno de los más grandes estaba cerca de él. Ella los miraba jugar. De pronto, el grandulón se acercó a darle un beso. Puso los labios redondos cerca del cachete/mejilla (del grosor de medio durazno) y justo cuando iba a hacer sonar el ruido del beso en el aire, abrió la boca e hincó el diente. FL no lloró "porque es muy Feliciano", aseguró la mujer, y el episodio no fue tan grave, pero dejó su huella por varios días.

A mi este asunto me indignó. No porque mi enano haya sido atacado por uno mayor, porque sé que esto es parte del aprendizaje de la vida. Lo peor no fue eso, sino que yo me contengo, hago mis esfuerzos sobrehumanos para no darle un tarascón, y viene otro desconocido y lo hace sin reparos. Qué injusticia.