Último cumpleaños en el hielo

Siempre fue un día especial, pero sin clases. De ahí las tradiciones impuestas, las celebraciones insistentes, todo lo que me armaba para superar el incordio de cumplir en vacaciones.
Hoy me hicieron la fiesta, para qué lo voy a negar: F. empezó a reírse a carcajada limpia por la repetición de un juego improvisado, un ciclo delirante de tomar y tirar; Pecé reinventó la ilusión ochentosa del hellokitty y avivirquesondosdías; A. me invitó a desayunar después de Capuchinos; Mò lo publicó en todos los medios masivos de comunicación, M. me regaló la extra mile, y todo era pura nieve en esta ciudad. Una nieve consistente, tupida, lúcida. En el resplandor del hielo, los años.

PD: la foto, un mural durante la cena. Mi hijo por mí.