jueves, 25 de marzo de 2010

Minutas

Mi hijo, dijo el señor de bigotes y pelo entrecano, llegó a lo máximo, a lo que todo pibe quiere después de terminar el liceo...el trabajo más rentable, fácil, y cómodo que existe, o sea, es boletero móvil de la línea 183 dirección Paseo Molino: asiento asegurado, ticket expedido por máquina. Él sólo cobra: recibe los 17 pesitos y casi siempre, como habla por el celular, no los cuenta (la gente es buenaza, por supuesto, nunca le va a dar de más ni de menos). Aumentó quince kilos, padece de hipertensión y se aqueja de hemorroides. Ya ve, ha sido un año excelente en su carrera.
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Ella va cada día con sus objetos de valor colgados de un alambre -que a su vez cuelga de una percha-: broches de ropa en hilera, sonajero infantil, peinetas de carey, gomitas. Va siempre con la pollera azul, el suéter blanco ajustado y en la mínima cadera, un cinturón ancho de cuero negro a la moda, algo que le quedó incorporado desde el 85 y nunca se sacó, con lo que ahora va con onda. Frágil y segura, se sube al ómnibus y entona un canto hermoso y carretero: Por única vez, y gracias a un excedente de aduana, hoy les ofrezco de forma exclusiva esta practiquísima peineta de carey, única en su estilo, ajustable y moderna. Se la van a llevar por el módico precio de veinte pesos nacionales, es decir,  la cuarta parte de su valor comercial...

3 comentarios:

Primo Juani dijo...

No creo que el boletero ese pueda tener hipertensión...

Julian dijo...

Me encantan las pequeñas historias de colectivo.

De chico solia imaginarme que es lo que pensaba aquellos compañeros temporarios de viaje. A que se dedicaban, que iban a hacer, que estaban pensando en ese momento.

Egue, con estos cuentos, me hiciste volver a mis 14 años.

Gracias..

Melusina dijo...

Las minutas no tienen desperdicio (son tan ricas además!)... Lo mejor de todo es que si pasa cualquier cosa, ya sabés lo que es una buena carrera en esos pagos... los voleteros rule!!!
Besos a todos