jueves, 15 de julio de 2010

No dispares con pollera de jean

Claudia Amengual escribe una columna sobre la novela que ganó el último Premio Augusto Roa Bastos, Chico bizarro y las moscas, de Mónica Bustos. Para su sorpresa, el autor de esta novela (excelente narración de violencia grotesca) es una mujer diminuta de veintiséis años, paraguaya, que fue a la entrega con sus padres (quienes no sabían mucho sobre lo que había escrito la nena). 
A mí sólo me dan ganas de leerla, aunque sea una novela "Tarantino" y no me vaya mucho el estilo, y aunque haya que esperar a septiembre y entonces tenga que competir con las sofisticadas lecturas del segundo semestre  (entiéndase, no habrá tiempo para nada).
En la mesa del comedor, sobre el mantel rojo de cuerina que adquirí en Once (Uanz) por dos mangos (mantel que siempre rechacé estéticamente y que ahora me resuelve la vida útil de la mesa y aquellas manitos siempre enchastradas), descansa con paciencia Suite Francesa de Nemirovsky, otra pistolita cargada de nena-bien que, pasada la primera parte, me desencantó.
Necesito una lectura que acompañe bien una de esas sopas instantáneas de verduras de las cuales me hice adicta este julio. No saben lo lindo que puede ponerse el vientito fresco ultramarino y la humedad: nos obligan a tener siempre alguna taza templada entre las manos.




 

4 comentarios:

mòmo dijo...

El corazón es un cazador solitario. Y para que te apetezca más: esta norteamericana sureña tenía 23 añitos cuando la escribió. No desencanta.

Mae Ortiz dijo...

Gracias por la recomendación...como en los viejos tiempos :)

Melusina dijo...

mae, hay una novelita que me acompañó muy bien en cierto trance invernal y que tampoco desencanta como la de mòmo: El retorno de Casanova de Arthur Schnitzler. Me sumo al descubrimiento salvífico del mantel, no tengo un piruli pequeño pero sí un marido catrasca...ja.
Besos.

Mae Ortiz dijo...

Melusin: gracias flaca!! Lo tendré presente. Empiezo mi lista de libros-revólver.
Lo del mantel es toda una conversión.