He estado ausente del blog por cuestiones laborales y técnicas: blogger no me dejaba hacer entradas nuevas (se colgaba todo el rato hasta hoy) y mis 120 alumnos, sus 120 parciales y respectivos ensayos me han distraído levemente.
Septiembre fue un mes intenso: Colombia fue la gran sorpresa, verde e increíble; una nueva espera me saluda desde adentro: el lunes vi a mi nuevo amor moviéndose loco de contento; el semestre avanza rápido y directo hacia las vacaciones, el gran destino de nuestra familia. Esto suena horrible, pero es verdad: sólo queremos descansar de un año completo y potente.
Con respecto a Colombia, tengo muchos recuerdos sonrientes pero creo que lo que mejor lo resume esto: abandoné un par de zapatos gastados en el hotel. Esto de tirar zapatos en viajes es una costumbre que no practico seguido, pero se lo vi hacer a una amiga en Roma: ahí tiró sus zapatillas mugrientas de peregrina y, cuatro años después, se fue a vivir a la eterna ciudad. No creo que termine viviendo en Colombia, pero haber dejado esas chatas fue como marcar el territorio de mis futuros pasos. Mis amigos bogotanos y todos aquellos que nos recibieron tan bien se alegrarán de saberlo.
No tengo bajo la manga ninguna anécdota fresca, porque ya se han apergaminado un poco, pero irán saliendo en comparaciones y metáforas alusivas.
Hoy celebro el regreso y poder publicar. Me quedo escuchando a escondidas las escenas de la realidad, como un recurso pésimo de villano de telenovela.
3 comentarios:
¡¡Gracias!! nos tuviste en vilo... y con todas las espectativas de cuando sería el momento en que desapareciera encabezando la entrada "embarques"...
L.
Felicitaciones por el nuevo amor.
Eso, eso! Felicidades!!
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