sábado, 18 de diciembre de 2010

Siete de la tarde de un día de fiesta

Hoy se casan Mòmo e Iñigo, y estoy lejos (e hice honor a mi amiga escribiendo el nombre de una comida en el tupper donde iba a congelarla: las huellas impensables de la amistad).
Hablamos en medio de su fiesta, una charla de dos minutos y medio como solían ser sus conversas por teléfono cuando vivíamos cerca. Pero no la cargué por eso: no hay nada que la oralidad  puedan alcanzar en estos momentos.
Mientras paséabamos por la playa (día ventosos de canícula, después de la tormenta de ayer) pensamos en todo lo que Dios hace en las vidas de las personas en muy pocos meses. Todo hoy es esperanza.
Qué bueno que sea contagiosa..

pd: gracias, Andanhos!

5 comentarios:

mòmo dijo...

¡Cuánto te quiero!

Julia Fdz. Tellechea dijo...

¿Escribiste el nombre de una comida en el tupper donde ibas a congelar a tu amiga? Si que es raro. Me paso por aquí para desearte ¡feliz Navidad! Besos´, uno grande para el escritor de novelones realistas.

Andanhos dijo...

¡Felicidades a los novios!

Euge, Nacho y Félix, ¡feliz Navidad!
Besos.

Unknown dijo...

puedo ser la pròxima en la lista para q me contagie la esperanza??please!!!!!!!!!!!!!!!:):):):):):):):).
Es un pedido desesperado que en el fondo quiere esperar esperanzado...jajjaja

Anónimo dijo...

Cómo es que no figuro en ninguna parte de esta historia... ¡si te mantuve presente en cada segundo! El pobre Javier debía estar harto de mi frasesita "para Euge, una foto para Euge, a Euge le encantaría esto..."
Ah, por cierto, ¡yo también te quiero!
Gri (y su nuevo tiempo libre para leer blogs)