viernes, 21 de septiembre de 2007

Jueves de boliche


Ayer llegó Miguel de su estadía en Chile e insistió para que fuéramos a su casa para hacerle una bienvenida: amenzó con cuatro o cinco botellas de Merlot y Cavernet chilenos y nosotros y otros amigos no pudimos con la tentación. La cata estuvo muy buena, y la charla muy animada, porque cada vez que se juntan ciertos factores la cosa se pone linda: vino, tiempo sin vernos, buen ánimo y muchos filósofos entonados.

Nos reímos mucho comentando el viaje de Mikel al país trasandino y a Buenos Aires (incluido su descubrimiento de Flores y la cancha de San Lorenzo, "qué bonito barrio, Eugenia", etc.) hasta que el anfitrión comenzó a insistir con lo de salir y romper la noche. Como hoy no había clases ni actividad en la universidad, no había mucha excusa. Eramos cuatro chicos, Nacho y yo, y la búsqueda de una birra conmemorativa por los bares de la ciudad se convirtió en una noche en el boliche más top de Pamplona, Marengo. Aca es EL lugar de salida, o mejor, EL lugar donde terminan todas las noches de bares. Todavía no puedo comprender la necesidad imperiosa que tienen los españoles de terminar si o si una noche entre amigos tomando y bailando en un bar. No hay opciones ni otros caminos, el bar es pasarla bien, aunque te respiren en la oreja los alientos de los vascos empinando chupitos, da igual, eso es fiesta!

Así amanecimos este viernes: bailando música entre tecno y bulería remixada hispana (una mezcla de David Bisbal y sevillanas trasnochadas). Si, si, Nacho también, cumpliendo con su cuota anual de dancing. El momento cumbre de la noche fue cuando empezó a sonar "Lamento boliviano" en versión marchosa. Miguel no podía creer la emoción de los argentinos al son de aquel viejo tema, que odiamos hace años, pero que en ese momento fue una especie de revelación. Lo mejor fue la competencia de "cuándo fue la última vez que entraste a un boliche", ya que el perfil de los que estábamos ahí daba perfecto para eso. Aunque Nacho dijo "1992", yo le recordé que el año pasado habíamos estado también en otras fiestas en Pamplona. Creo que él nos ganó a todos y Mikel quedó en último lugar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Les puede salir un poquito más caro (gratuito sí el cariño y la estadía), pero tienen asegurada la cata de cavernet, merlot y carmener del Valle del Maule ( y de toda la ruta del vino, si quieren) si vienen a visitarme... como se imaginarán, es una realidad cotidiana por estos pagos.

Lourdes