miércoles, 24 de octubre de 2007

A esa mujer subida a la pirámide...


Esta entrada está dedicada a Mòmo (Mónica): estoy en casa, tomando mate. Me levanté a las diez de la mañana de casualidad, aunque con todas las intenciones de seguir durmiendo. A esa hora, eché una mirada a la ventana del patio de atrás de mi cuarto y decidí que ahí dentro de las sábanas se estaba mejor. Despedí a mi maridito y seguí durmiendo hasta hace un rato, las 11. Tengo muchas novelas para chusmear arriba de la mesa y muchas ganas de perder tiempo escribiendo cosas como estas. Estos días de otoño a partir de hoy se llamarán "sabáticos": leer en casa, invitar a amigas a merendar, mirar vidrieras (no vitraux, sino escaparates) y sacarle más jugo a Pamplona, jaja, como un espumeante zumo de naranja. Hay que aprovechar antes de que se convierta en gris, gris, gris y blanca, en poco menos de un mes.

Desde hace unas semanas otras cosas inquietan también mi conciencia de ciudadana: el domingo y las elecciones presidenciales. Nunca pensé que iba a tener tantas ganas de ir a votar y cumplir con ese ritual cívico que en mi casa tenía peso de una reunión familiar: nos juntábamos todos a comer, incluso los que ya no vivían ahí por estar empadronados en el barrio, almorzábamos ravioles y después del café, a eso de las dos y media de la tarde del domingo, la hora señalada, la de menor flujo de gente, primero las chicas y mamá y después, los chicos y papá, caminábamos las cuadras de San Pedrito hasta el Colegio Granaderos. Ahí recibí mi primer aplauso de votante y las miradas incrédulas de los presidentes de mesa al chequear mi cara y mi DNI (esto sucedía cada año, vergonzoso para mi juventud incipiente). Todo esto es accesorio, pero siempre fue importante para mí y hoy por hoy me encantaría poder hacerlo.

Llegar al 2010 con una mujer de presidente sería sólo una anécdota si lográramos festejar el bicentenario en paz. Sin mitificar el 25 de mayo, y aunque haya sido sólo una "ficción orientadora", creo que esa idea de comunidad cultural y de identidad que comenzó entonces seguirá teniendo sentido mientras que nos sintamos parte ella y querramos seguir adelante.

Estas parecen palabras fáciles de una suertuda becada estudiando en España, pero no se imaginan lo que estuve aprendiendo de nuestro país desde acá. No sólo por los libros... el exilio (voluntario o no), ese compañero indiscutible de los argentinos (desde 1837 en adelante) es, como se dice, un maestro sabio, duro pero eficaz.

3 comentarios:

mòmo dijo...

¡Bravo! Aún me río imaginándote entre los aplausos de tu simpática familia; reconozco que la imagen es de lo más amable. No se me había ocurrido que la política -argentina, española o de dónde quieras- pudiese tener una cara simpática.

Anónimo dijo...

Mi lejano amor! "mese arrugó el bobo" al leer tu recuerdo. Mantenemos la misma liturgia preelectoral, aunque forzadamente con menos fieles.
Momo: Los aplausos los otorga la mesa electoral cuando emites el voto por primera vez

Juan Ignacio dijo...

Macana che, que nos van a hacer llorar, ¡moderación en los comentarios!