miércoles, 16 de enero de 2008

En la calle


Esta mañana, 8,30, un horario poco habitual. Sobre la vereda de la avenida de Baja Navarra, un bulto tapado, varios policías, un móvil del 112. Estaba dormida como autómata. Pasé por al lado: piernas con zapatos marrones, brazos que apenas asomaban por la manta blanca. No había curiosos, sólo dos chicas que venían joviales (¿enfermeras?) y saludaban con la voz cándida a los policías. Como si no pasara nada. La libreta del BBVA y el DNI a un lado de la cara tapada. Atiné a persignarme. No había nadie más. Solo, en una vereda donde no había nadie. En mi ciudad hubiera sido un estallido popular, un corro de miles de vecinas y verduleras debatiendo qué había pasado, cómo, porqué. Ahí, a 60 metros, un tipo esperaba el bus y le preguntaba a una chica por eso. Adiviné su cara de desconcierto. Es un hombre muerto, le dije. No dejé de pensar en él.

1 comentario:

mòmo dijo...

Bonito gesto, el de persignarse. Le parecería que ya no estaba tan solo.