Un cactus señorea mi escritorio. Sí, una planta regordeta y pinchuda.
Dicen que se comen todas las ondas negativas de las computadoras.
Octavia lo abandonó y casi si muere de pena. Yo lo readopté: me convertí en recolectora de plantas ambulantes por la biblioteca.
2 comentarios:
¡¡A la horca, Octavia, por atentar contra los derechos de los vegetales!! ¡A la horca! ¡A la horca! ¡A la horca! ¡A la horca! ¡A la horca! ¡A la horca!
Para más sufrimiento, que sea una horca con roce áspero, para que además duela.
Osea, que no vale con que me muera de culpa y remordimientos por mis hechos rereprobables, sino que además tengo que sufrir un castigo físico... Me estoy dando pena a mí misma, ¡de verdad!! Pobre de mí, sin Sanfermines y condenada a una muerte cruel y dolorosa... ¡Ay!
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