Prefiero no morirme atascado en una gran manzana de autoelogios
como ese profesor de literatura viejo y adinerado, que vive en un piso moderno en NY, y seduce a sus alumnas compulsivamente. Un negociante de la cultura y un inmaduro. Un mayo 68 atascado.
Cuando elegís letras, te parece una locura imaginar semejante futuro. Pero ayer, cuando vi Elegy, pensé que ese fantasma de la fama puede existir en el corazón de cualquiera, incluso, de una pobre literata.
¿Preferir ir tirando, estar justo, no poder tener la vida acomodada? ¿Criticar las blackberris y los cafés gelattos con poetas? ¿Escribir así sobre tu cómodo despacho de la misma avenida donde vive el viejo y adinerado? Y todo en nombre de la cultura, de los griegos y romanos, de la libertad, del conocimiento del hombre.
(Y entonces, no sé, quizás, tal vez...) y entonces recordás que también vivís a veces de ciertos fantasmas del porvenir. Y que cuanto antes se purifiquen, mejor. Y después leés a la otra, la cubana, literata, guía turística, encerrada en un paraíso de isla y con precario acceso a internet...y pensás: no Cuba, ni Castro, no IGUAL, pero la prefiero así.
como ese profesor de literatura viejo y adinerado, que vive en un piso moderno en NY, y seduce a sus alumnas compulsivamente. Un negociante de la cultura y un inmaduro. Un mayo 68 atascado.
Cuando elegís letras, te parece una locura imaginar semejante futuro. Pero ayer, cuando vi Elegy, pensé que ese fantasma de la fama puede existir en el corazón de cualquiera, incluso, de una pobre literata.
¿Preferir ir tirando, estar justo, no poder tener la vida acomodada? ¿Criticar las blackberris y los cafés gelattos con poetas? ¿Escribir así sobre tu cómodo despacho de la misma avenida donde vive el viejo y adinerado? Y todo en nombre de la cultura, de los griegos y romanos, de la libertad, del conocimiento del hombre.
(Y entonces, no sé, quizás, tal vez...) y entonces recordás que también vivís a veces de ciertos fantasmas del porvenir. Y que cuanto antes se purifiquen, mejor. Y después leés a la otra, la cubana, literata, guía turística, encerrada en un paraíso de isla y con precario acceso a internet...y pensás: no Cuba, ni Castro, no IGUAL, pero la prefiero así.
* sepan disculpar la paradoja: esto es de Silvio.
4 comentarios:
Mmm. La realidad de cada cual es maravillosa. Lo peor son los estereotipos. Pensar que todos son extremos. Cada vida tiene su encanto. Ah, de lo que hablamos siempre, Euge.
Ché, no sé si te llegó o no mi comentario de ayer a este post tuyo: te decía, si no me equivoco, que lo que tú interpretas como vacío en la vida de David Kepesh puede ser simplemente su falta de madurez. ¿No te parece?
Las dos cosas, Cons. Creo que las dos.
Si ciertos lujos permiten al escritor dedicarse a su obra y que esa obra sea buena, no me importa si vive en Manhattan, Madrid, Paris, Buenos Aires o el Congo.
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