sábado, 20 de septiembre de 2008

Qué bello

Aguayo: uniterra.org

El otro día, camino a casa, hablaba con M. de nuestras infancias y le contaba que, cuando iba a comer afuera con mi familia -tan pocas veces, claro...tan raramente...tal vez a alguna pizzería-, me sentía siempre con la sensación de estar gastando, y siempre comía con cierta culpa, eligiendo lo más barato y sin poder disfrutar del todo. A esta confesión que me pareció abrupta por mi parte, ella me contestó con su cadencia colombiana:

"pero ¡qué bello!"

Pensé que había entendido mal mi comentario y se lo volví a relatar...y ella me repitió el halago y me dijo que cuánto daría por que su hijo comprendiera la situación económica de sus padres y no le diera rabia o capricho el "no hay plata".

Me imaginé la escena, me puse del otro lado, del de los padres, y entendí lo que me decía. Y después pensé en Yoani, que prefiere no tener un segundo hijo en la Cuba arrasada, porque ve mejor que sea sólo uno y no dos los que vivan bajo el mismo techo de su departamento cuando crezcan y ellos también quieran formar una familia, cuando lleven a sus cónyuges a casa (porque no podrán comprarse una) y sus nietos duerman con ella y su marido, los abuelos. Y me acordé de las vueltas que di para comprar el cochecito a nuestro bebé y las ventajas y desventajas del capazo o grupo 0. De nuevo, el rebencazo de realidad.

Y mientras tanto, Pecé me decía: "lo bañamos en un balde", "lo llevamos en aguayo", "pañales de tela"...exagerándolo todo y, a la vez, para ver cómo me enfurecía (función básica de cualquier broma escolar). A lo que, por supuesto, la madre-que-quiere-darle-todo-al-primogénito se encabritaba y después de unos cuantos días, aceptaba sus pretensiones excéntricas y la brújula real volvía a marcar el norte.

3 comentarios:

Ale's mom dijo...

No les hace falta nada más que amor. Los hijos vienen con su pan debajo del brazo. Lo digo con mucho conocimiento de causa.
Besos.

Anónimo dijo...

Los tiempos de abundancia generan príncipes; y los de escasez, guerreros.

Anónimo dijo...

Son tantas las cosas que te ofrecen para los bebés y son tan pocas las realmente necesarias. Y si lo llevás en aguayo será el bebé más feliz del mundo: cerquita de su mamá, sintiéndo la cadencia de su andar y el ritmo de su corazón, igualito que cuando andaban juntos, él adentro.
Muy buena la frase de Hugo! Salud!