lunes, 2 de noviembre de 2009

La calidad de tu vida



En el desayuno, con M. y Pecé charlando de cualquier cosa, se me vino a la mente una reflexión del día anterior:

-Cómo puede ser, les dije, que viviendo hace casi tres años al lado de un parque enorme, no haya salido ni una sola vez a correr alrededor de él ...

El silencio de mis interlocutores fue como una ovación. Y una carcajada lo llenó todo. Por su puesto que me defendí, contando las dos veces que había salido de footing con Brei por los bosques de Palermo; unas veces en las que entendí lo del corazón en la boca (y los pulmones, y los alvéolos) y en las que decidí no hacerlo más. Y entonces Pecé recordó otra anécdota nefasta y parecida en el parque Las Heras y vi la luz. Lo único que te salva es la realidad. Y la verdad dicha en boca de los que te quieren.

-Es que, en realidad, no me gusta, concluí sobriamente, pero el agua ya había sido derramada.

Así vengo dándole vueltas a este asunto: el de la verdad de uno mismo. Hasta dónde hay que verla, y hasta dónde queremos verla. Y esta entrada, que sigue sonando como de libro de autoayuda después de mi declaración de odio a los trámites, no tiene sentido sino es con una frase letal:

La calidad de tu vida es la calidad de tus relaciones.

Pecé y yo hablábamos de una persona querida que anda un poco mal, y él sacó de la manga mi frase favorita y me ayudo a verlo todo. Si querés ver el termómetro de alguien, fijáte en cómo se lleva con los amigos, la mujer, los hijos, la parentela. Ahí está su verdad.

Esta vez la ovación la hice yo. Y también pensé pero qué es esto que me olvido de mis frases favoritas.

La calidad de tu vida es la calidad de tus relaciones y, por supuesto, una buena dosis de deporte distribuída por la semana. Si ya no es correr, a la sumo, un partidito de algo, un paseo en bici, o una buena caminata haciendo ruido con los pies y la boca sobre las hojas, al estilo Joana.


La pintura, de R. Carreto (aquí).

5 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

Para no envidiar a tantos exitosos que andan por allí (y compadecerlos a veces por sus desastrosas relaciones).

"Y también pensé pero qué es esto que me olvido de mis frases favoritas."
Ya pensás con algo de acento español...

Mae Ortiz dijo...

Ah, pero no: yo pensaba en la voz de una amica tica diciendo "pero qué es esto"; una frase que usa con frecuencia. Confieso que a veces tengo pensamientos con acentos de lo más variados.

Ale's mom dijo...

O un venezolano diciendo: peroquejjjjjhhhhhhestoooooo

Mae Ortiz dijo...

Sí!! cómo olvidar tu "pero que ejjesto"!!!

Julian dijo...

Euge, peor es tener pensamientos en ingles, el "whatever" o el o "my gosh" estan saliendo mas seguido de lo que pense...