Hace muchísimo frío. Un invierno cruel. Muchos la pasan a la intemperie, con ponchos de frazadas de horrible confección, metidos en los huecos de los edificios: bichicomes. Bichi (bicho), come (comer): así se les dice en oriental. No comen bichos, sino lo que encuentran, lo que sea.
Soy amiga de una: Luján. Es muy flaca, tiene tatuajes, edad indefinida y tuvo a su beba (la Nanda) tres días antes de que naciera S. El estado le sacó a sus dos hijas para que no murieran congeladas en la calle: la beba y la nena viven en un hospicio. Suponemos siempre que el asistente social y el juez habrán decidido bien.
Luján vende botellas de bebidas retornables en el super para poder tomarse el bondi para ver, una vez por semana, a las dos gurisas. La Lola está con presión, me dijo el otro día. Quiso decir: con depresión. Llora, no quiere levantarse de la cama. Nandita no conoce el pecho de su madre, es decir, no conoce nada. Entonces me la encuentro, una y otra vez, por el barrio. Es amiga de F., siempre me pregunta por S. Me da vergüenza pasar a su lado con el cochecito abrigado y encapotado. Están viviendo en los restos de una estación de garrafas de gas, gran paradoja, tiritando de frío. Pero está cerca del trabajo, la parroquia.
Me la juego a que ella es el Prójimo.
2 comentarios:
Cómo son las cosas: el otro día tuvimos una revelación muy similar en casa. Las distancias no existen. Los Prójimos nos rodean.
Os quiero.
Y seguro que aciertas. Eres estupenda.
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