domingo, 30 de octubre de 2011

Torre-barro

Ahí están  esos que no tienen tiempo ni para pensar, atareados, criando, delirando con un fin de semana solos en un parador turístico, a miles de kilómetros del sueño interrumpido. Ahí están: los que la reman incansablemente y logran ese fin de semana, y vuelven renovados, y llegan a hacer más de lo que se sentían capaces, y piensan bastante. 

Ahí están los que dan tanto que no se encuentran a sí mismos, los que se encuentran tanto que no se dan. Los que logran la torre de marfil en medio de la pila de ropa tirada, y los rompecabezas desarmados en la alfombra. Los que sólo ven rompecabezas desarmados y pilas de ropa tirada, y se convierten en figuras de barro.

Luego están los que nos creemos estar más allá de todo esto, y podemos hablar en tercera del plural, cuando es exactamente lo que les pasa a ellos, y a nosotros, torres de marfil y figuras de barro. Logramos media hora de juego interrumpido y una hora de lectura sin pausa con la misma fascinación, y con la misma dificultad.

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