Últimamente, los posteos de
FB se me convierten en entradas de blog. Parece que estoy más para las vías rápidas que para la colectora de Panamericana a las seis de la tarde. Así que, ahí va:
Tarde de otoño, último día de playa. Las vecinas y sus batones sacan la silla a la puerta de casa, se toman su mate, lo chupan hasta el final; los chicos juegan sobre las baldosas rotas, andan en triciclo y recolectan raspones de rodillas. Un aire fresco y dulce relaja.
Ya pronto se olerá la leña, no queda nada, nos queda marzo.
Maravillas de una ciudad en la que todavía se hace vereda.
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