Viaje al corazón del día de Armonía Sommers tendría que haberse sincerado con su género: no es una novela, sino un poema de Olga Orozco. Hasta Clarice Lispector y su Cerca del corazón salvaje, de quien abreva sin saberlo, tiene mayor cercanía con la narrativa.
Empiezo así esta entrada, intempestiva, y con el conocimiento que mis gustos literarios han cambiado. Veamos. Viaje al corazón del día reúne todos los elementos que me hubieran fascinado hace quince años: historia de niña huérfana, criada por abuela rica y opresora en una estancia en medio de la planicie ondulada, con un destino de felicidad hacia el cual corre con los lobos. El uso de los elementos del romance es claro, y Sommers los trabaja hasta el dedillo, y le agrega toda la simbología erótica y lírica con la que envasa cuestiones femeninas de las que no se puede hablar, a mi entender, a boca de jarro y en ralentí. O eso creo, casi con toda seguridad. La lectura ha sido fluida, amena, de a ratos un tanto bobalicona. Encanta como el cascabel, pero sigue en la cola del gato.
En el revés de su escritura, diría la órfica, sigo releyendo los poemas completos de Orozco que salieron el año pasado y que compré en un viaje, como si se tratase del último libro que me llevaría a una isla.
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