Algo tendré que escribir sobre los lotófagos, los que se comen los dulces y jugosos lotos en el viaje a Ítaca y no quiere regresar jamás. Contra el olvido se escribe. Y ahora entiendo un poco más porqué me incomodan los que eligen no volver nunca, los que prefieren rechazar y borrar la tierra de donde salieron y los orientales que sólo leen Newsweek.
Es que el que olvida la patria, olvida el más allá, vo, no hay con qué darle.
Ahora que descubrí como en un rapto el blog de Neuman, y leo sobre las manifas en España y las encantadoras alocuciones de CFK en USA, vuelvo a entender lo de los lotófagos. Desde esta orilla recuerdo, y qué bien me hace recordar, aquel cura en España que por allá, en el 2007, nos desalentaba a donar alimentos en la parroquia, pero cedía aceptar algún paquete, complaciente, si alguno quería seguir haciéndolo "por tener costumbre".
He aquí, y por todos lados, la maldición del olvido también para los comedores de trigo.
3 comentarios:
"Es que el que olvida la patria, olvida el más allá"
¡Oh!
Es que la patria... es la infancia.
¡Oh! ¡Oh!
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