miércoles, 2 de enero de 2008

Siempre volvemos a Amalia

Por estos días finalicé (por no decir, ejecuté) dos lecturas: CEC (incluso ya transcripta, sin nada más que decir) y Amalia, de Mármol, a la que siempre hay que volver. A propósito de Amalia, sólo linkeo mi glosa con la que inauguro hoy la vida útil de mi blog paralelo, el ambigú federal: un sitio donde comentar, a vuelo de lápiz, las impresiones sobre mis lecturas decimonónicas argentinas. Así respondo a unas de las típicas preguntas seudo-psicológicas (que a propósito, yo inauguré entre mis amigos ) sobre la relación personal entre uno y su tema de tesis: ¿Qué dice de uno su tema de tesis?, ¿qué tiene que ver con las propias inquietudes, miedos, pasiones e incertidumbres el tema elegido para convivir durante cuatro u ocho años?

Bue, que soy íntimamente decimonónica ya me lo coreaban mis hermanos en mi tardía niñez (nunca olvidaré su "1910", que sólo quería decir "1810"), y que me apasiona lo de mi país, ya está harto de saberlo todo el mundo...pero voy más allá, tiene que ver tal vez con aquel proyecto de nación, aquel proceso de identidad, aquella fatalidad de ser un país sudamericano con aires de superioridad...


Porteña 1: Eso pasa con los latinoamericanos, pero no con los argentinos...

Porteña 2: Pero, a ver, ¿los argentinos no somos latinoamericanos, ché?

P1: ...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cosa curiosa que el ambigú federal empiece con una princesa unitaria...